martes, 14 de julio de 2009

Manifiesto por la Eutanasia parte I: Desesperanza y Desesperación.

Es increíble lo que hemos logrado. Tiempo-real, hyper-producción, realidad virtual, la luna (Marte coming soon), bombas nucleares, y la prolongación de la vida hasta niveles que rayan en la crueldad. Y es que hemos extendido eso que llamamos vida al punto que esta misma no sólo deja de valer la pena, sino que su permanencia se vuelve un castigo.

Lo mismo nos pasa como especie.

Huimos frenéticamente hacia adelante impulsados por el miedo que le tenemos a las consecuencias de lo que erróneamente llamamos ‘desarrollo’. Generamos nuevas tecnologías que permitan subsanar los daños que ocasionamos en el pasado; ó si esto no es posible, los dioses del silicón y fibra óptica nos librarán de todo mal. En teoría no debería de haber problema siempre y cuando no se detenga la carrera del progreso. Ignoramos que la única cruz que cargaremos por siempre es la de nuestro pasado; no importa que tan acelerada sea esta carrera contra el destino que hemos construido con nuestras acciones y las de quienes estuvieron antes que nosotros. La cuenta siempre llega.

Si. Tal vez podremos seguir con vida en los próximos años aunque el costo de la supervivencia implique que estemos un poco peor. Luego un poco más, luego un poco más… Seguiremos aquí, pero temerosos de un astro rey que puede enfermarnos de cáncer. Seguiremos aquí, pero cada vez más miedo al contacto con los demás. Seguiremos aquí pero cada vez más explotados, más enajenados, más solos. Un bienestar que se erosiona junto con el valor de la vida artificial que buscamos mantener a toda costa.

¿Donde esa vida que exigimos sea respetada por sobre todas las cosas -incluida la vida misma- deja de serlo?

Hay que morir con dignidad cuando ya no se puede vivir con dignidad.

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